Aspirantes, falsos mesianismos modernos

CAMPANARIO / Martín Sánchez Treviño

2017-12-11

Martín Sánchez Treviño

  Ahora resulta que quienes buscan un puesto de elección popular se creen los redentores de la desgracia económica que acompaña a los mexicanos desde que se formalizo en este país las figuras partidistas y los monopolios de estas, que encabezan los grupúsculos que buscan conservar la hegemonía de la nación. Se asemejan a los lobos vestidos e ovejas. Resulta inexplicable que sea tal su generosidad que casi se envuelven en la bandera nacional para salvar este país, del que ya se han enriquecido. Pero parece mayor el cinismo con el que entran a la disputa por el cargo por el hueso.

            Desde que se asomaron a los reflectores nacionales y regionales, no se les conoce de qué son capaces ni que saben hacer. Sus expresiones son estériles, no abonan a construir la paz como sinónimo del desarrollo nacional. Porque el arte de sus discursos se encamina a la descalificación del otro, jamás a debatir mucho menos a proponer.

            Y cuando proponen, sus ocurrencias insultan la inteligencia del ciudadano más modesto y sus ideas son las mismas, pareciera que el país se estancó en la era cavernícola. En la que el más cuerdo parece concentrado, pero en realidad está hecho bolas.   

            Es una mala señal, que los aspirantes desde ahora que no son más que eso, aspirantes, busquen desacreditar a sus contrincantes, pero más grave resulta  la actitud de un árbitro permisivo, que parece estar  tocado por los dioses. Y que de tramite recibe las respectivas plataformas electorales, que solo el árbitro y ellos conocen.

Plataformas abstractas que no trascienden a las aspiraciones de los obreros, los trabajadores, los empresarios y las mujeres y hombres de bien. Hasta ahora no hemos conocido una sola plataforma, que no es más que un formato para cumplir con el requisito de la oficialía electoral.

Unas plataformas que los mismos árbitros electorales desconocen y que muchas de estas son ideas sin sentido, sin una lógica progresiva que abone a la democracia, mucho menos al desarrollo integral de las comunidades urbanas y rurales de los pueblos y ciudades de este país.

Estamos a siete años de llegar al primer cuatro del siglo veintiuno, y quienes buscan gobernar este país y sus regiones siguen aferrados a los modelos que han generado más pobreza que equidad ciudadana. Sus ideas revolucionarias se han convertido en un compendio dogmático que no inmuta a las nuevas generaciones.

Quizá es este el motivo de la indiferencia de las jóvenes y los jóvenes en edad de hacer valer el sufragio, que es efectivo pero que cambio a un sentido reeleccionista. Que a la postre es un retroceso en el andar de la democracia en este país. Ya que de por sí, nacen en la política, mueren en ella y la heredan a su descendencia.

En otro orden, lamentable el deceso de Medardo Sánchez Albarrán, quien desempeñaba el cargo de protección civil en el municipio de Victoria, en la administración estatal anterior desempeño el mismo cargo a nivel estatal. Al parecer se trata de un depresión. Descanse en paz.

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