El peligroso frío

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2018-01-17

Hemos comentado desde hace unos días sobre lo que acontece cuando vienen ondas de un frío tan intenso como el que se ha dejado sentir; en el aspecto sanitario, imprescindible resulta tomar medidas de prevención para evitar complicaciones respiratorias, pero hay otros aspectos que tienen que tomarse en cuenta, como es el caso de circular por las calles de las ciudades afectadas.

Llamó poderosamente la atención la carambola de este miércoles en la ciudad de Monterrey, de 28 automóviles que quedaron dañados todos en una sola masa, porque el pavimento en ciertos sectores de la Sultana del Norte es muy peligroso y los frenos, con un poco de humedad, quedan reducidos hasta en un 80 por ciento de su capacidad, es decir no sirven para nada.

La falta de precaución y el que mucha gente se entume, provocan impericia vehicular; de otra forma explicado: hay quien con el frío piensa que las máquinas también se entumen y manejan a vuelta de rueda, y no voltean a ver por los espejos, porque tienen frío, sin pensar que todos los que circulamos lo hacemos por alguna razón, cualquiera que sea, pero tan respetable como la del de a un lado.

De esa forma, debiéramos de extremar las medidas de precaución y prevención, y manejar con mucho cuidado, sin dejar a un lado el pensar en los demás, problema agiudo y principal del que maneja.

Comprobadísimo está ese egoísmo tan increíble que nos invade: lo vemos con los que manejan por las calles de Victoria con sus vehículos y las luces a todo lo que dan: las luces normales, las altas, las de niebla, y algunos faltos de inteligencia ponen luces de Xenon o LED, que calan más que nada en el ojo del que viene enfrente, y pueden propiciar accidentes.

A ellos les importa poco si usted enfrente se deslumbra y choca.

Y dicen que es para ver mejor. Como el lobo de Caperucita; nada hay más congruente que pensar en los que están enfrente de nosotros, y entender que les puede causar daño en la visión la alta luz, y los que tienen lenes mal hechos o descompuestos, es momento de sacarlos y utilizarlos en todo momento, porque, finalmente, eso será fundamental para el cuidado de la integridad física de los ciudadanos que, como nosotros, buscan trasladarse a algún sitio en particular.

 

No riñen las medidas de precaución con el clima, pero no tenemos derecho a perjudicar a los demás, manejando demasiado lento, sin voltear o invadiendo carriles a diestra y siniestra.

Somos responsables de nosotros mismos y de lo que hagamos con nuestros vehículos, pero la falta de conciencia, entendimiento social y pericia propician muchos, pero muchos accidentes, que nos llevan a incrementar esas medidas de prevención que lejos de ser coercitivas, nos ayudan a no sufrir percances que tienen un costo humano, social y económico bastante elevado.

Y es donde tenemos que captar que vivimos en una ciudad, donde hay cientos –miles- de personas que tienen necesidades, gustos y antojos, responsabilidades y obligaciones, y pro consiguiente, todos tenemos el mismo derecho de usar las calles y más, y no tenemos por qué supeditarnos al capricho o entumecimiento de un inconsciente que, envuelto en un viejo y apestoso abrigo, bufanda y gorra nos dice con un tono autoritario que nos quitemos, que nos movamos, etcétera.

Y los aspectos de vialidad tenemos que comprenderlos, porque un pestañeo puede originar daño a otras familias aparte de la nuestra, y no somos nadie para causar este tipo de tragedias.

Porque, luego, no sabemos qué hacer para remediar esos problemas.

Tenemos un percance y dejamos todo a la deriva, razón para que nuestra autoridad se haya comprometido a poner orden en las unidades ilegales que circulan en la entidad como si nada pasara, y nadie les pone orden.

 

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