Los motivos del cantante

DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga

2024-01-14

Liborio Méndez Zúñiga

Ahora que se llena de jilgueros la pradera, viene a cuento la siguiente reflexión. El que canta empezó de niño y creció cantando por gusto, aunque no se tenga de ruiseñor. Quien del hogar pasó al canto en el patio de la escuela y de ahí a cantar por pedimento, sin duda, tiene un camino por recorrer para llegar a viejo cantando como amateur, aunque otra senda habrá de escalar el artista que pasa a grabar discos y vive del canto. 

El principiante tendrá como primer tutor al papá o la mamá o bien otro familiar, tal vez el profesor de educación artística o un músico empírico de la comunidad, eso es hasta deseable pero no representa más que un peldaño en la carrera del artista, aprender de letras debidamente registradas y acompañarlas con instrumento que tocan de oídas vale en el amateur, pero es necesario leer la partitura para lograr interpretaciones profesionales. 

Tal vez la cantada a capela descubrió una veta del talento gutural, pero el canto profesional deviene de la formación musical rigurosa, es decir, usted asiste a una escuela de música no a una escuela de canto, salvo que elija el bell canto, y tiene que caminar varios senderos antes de llegar a un recital en Bellas Artes, como tantos intérpretes vernáculos famosos. 

En otras palabras, usted puede llegar al do de pecho tipo Jorge Negrete o Lola La Grande pero no estará aprovechando al máximo los registros de su voz campirana, compare a un Plácido Domingo con el cantante de ranchero que guste y notará y disfrutará la diferencia, que solo florece ante una orquesta que tiene un director con batuta en mano. Nada más penoso que una excelente letra con una voz tipluda o con gorgorismos y que lástima una bella voz con una letra monótona y sin contenido y arreglo musical, la partitura da pauta y logra el respaldo instrumental apropiado para el talento interpretativo del cantante por eso los cantautores son más exigentes con su arte. 

Todo lo anterior puede ser referencia para las voces que inundan los medios audiovisuales con motivo de las campañas políticas que vive el país, de sangre vieja y nueva que al parecer ignoran las virtudes de la oratoria, y peor si el contenido es vacuo, porque no dominan el arte del buen hablar y decir, tal vez porque no tuvieron la formación política que implica en más de un sentido la partitura de conectarse con la opinión pública, es decir, con el habla popular de los hablantes. 

Entonces, el que tenga vocación de alondra, que cante y no haga mero gorjeo, porque en el pecado irá la penitencia. En los tiempos de transición, los políticos tienen la obligación ciudadana no solo de lanzar proclamas de sus plataformas, sino también explicar y asumir que es el segundo piso de la 4T o por qué aseguran los contrarios que ellos sí saben gobernar, a la luz del despeñadero que dejaron. 

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