Nuevos descubrimientos de arte rupestre en San Luis Potosí

La región ha estado inserta en lo que se conoce como la frontera entre los pueblos prósperos y agrícolas mesoamericanos

2018-05-09

Chessil Dohvhenain / Agencia Informativa Conacyt

San Luis Potosí, S.L.P.- Un grupo de jóvenes investigadores y arqueólogos egresados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) presentaron públicamente, en colaboración con la Secretaría de Cultura del Estado (Secult) y la Dirección de Patrimonio Cultural (DPC), avances de recientes descubrimientos que marcan un hito dentro de la investigación científica arqueológica del estado.

Redescubrimiento de la Cueva de Indios, en San Luis Potosí. Equipo de arqueólogos junto al personal de protección civil. Foto de J. Jasso Hernández.

Dentro de los hallazgos se han encontrado sitios arqueológicos con arte rupestre enmarcados dentro de una compleja interacción cultural de miles de años, que constituye el marco general de la historia antigua de la región poco conocida a la fecha, salvo por contados trabajos especializados. 

Ciencia, misterios y promesas

La región de San Luis Potosí por mucho tiempo ha estado inserta —dicen los académicos— en lo que se conoce como la frontera entre los pueblos prósperos y agrícolas mesoamericanos, y los vastos desiertos e inhóspitas tierras del norte del país, en donde se cree en el imaginario popular que habitaron naciones de salvajes guerreros indomables conocidos como chichimecas.

Y aunque muchas veces esas misteriosas culturas son difíciles de develar, la arqueología como ciencia con todas sus innovaciones ha permitido un acercamiento a su mundo y creencias ancestrales.

“La arqueología trata de estudiar las sociedades del pasado por medio de sus restos materiales. Podemos estudiar desde aquellos momentos que implicaron las primeras presencias de los Homo sapiens sapiens, hasta lo que ocurrió hace algunos ayeres con el surgir de las primeras fábricas y el devenir de la era industrial. Incluso hasta podríamos hacer arqueología de la basura que desechamos hace un mes”, comenta la arqueóloga Laura Carolina Rodríguez Arcos.

“Estos restos materiales pueden consistir en lítica (artefactos hechos de rocas), cerámica, pintura mural, arte rupestre, así como la misma arquitectura”, continúa su colega Gilda López Noyola.

Al respecto, Gilda López comenta que muchas veces la población en el imaginario popular cree que solamente habitaron en esta región grupos de cazadores y recolectores, cuando no fue así, como complementa la investigadora: “ Esto debido a que hay mucho desconocimiento sobre las investigaciones que se han realizado. Los cazadores interactuaron con grupos sedentarios, quienes probablemente migraron del sur, desde Mesoamérica, y se asentaron aquí. Esto lo vemos en la evidencia arqueológica, como la cerámica, la arquitectura y los patrones de asentamiento en general”.

Para el arqueólogo Antonio Sánchez Pérez, el potencial arqueológico del estado para indagar sobre esto es muy amplio, algo que trabajos previos realizados entre 1960 y 1980 han señalado, incluso mientras se ha investigado que la presencia del hombre en San Luis se identifica claramente desde mil años antes de Cristo.

Los trabajos previos a los que se refiere se tratan tanto de exploraciones realizadas por intelectuales y cronistas potosinos durante la primera mitad del siglo pasado, así como de investigaciones arqueológicas formales, tres de las cuales se llevaron a cabo en la década de 1960 y dos más en la década de 1980.

A partir de ello, el investigador Antonio Sánchez comenta que “hacia el inicio de nuestra era, ciertas condiciones climáticas favorables permitieron que grupos sedentarios procedentes del sur comenzaran a poblar el suroeste del estado, hacia Villa de Reyes y Villa de Arriaga, y hasta los valles en los cuales hoy se asienta la capital, posiblemente en donde se comenzaron a construir las primeras aldeas en la región”.

Arqueólogos durante los trabajos de reconocimiento en la Sierra de San Miguelito. Tomada por Laura Rodríguez Arcos.

Entre los años 600 a 900 d. C. fue que se vivió la época de mayor crecimiento cultural en lo que hoy es la región centro de San Luis Potosí, en la que se han documentado vestigios de grupos caracterizados por erigir una arquitectura de considerable complejidad, así como estructuras cuadrangulares con patios al interior y hasta sistemas hidráulicos.

Los arqueólogos comentan que el intercambio de bienes materiales desde distintas regiones no es una idea que suena descabellada ante esa realidad, como tampoco la idea de la circulación de personas entre grupos con fines políticos y de parentesco, o el intercambio de ideologías entre sociedades nómadas y sedentarias. Cazadores y agrícolas, sociedades con formas bastante diferentes, interactuaban entre sí, se conocían y quizá incluso compartían sus experiencias de vida.

“Hacia finales del año 1200 d. C., distintos factores y cambios en el clima hicieron que se viviera un abandono paulatino de muchos de los pueblos, lo que permitió que grupos de cazadores-recolectores repoblaran los territorios que estaban en manos de los sedentarios, y que ocuparon hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI”, afirma Gilda López.

Al mostrar la evidencia arqueológica como dato, el grupo muestra que si bien existen en la región huellas tanto de la existencia de cazadores-recolectores como de grupos sedentarios y agrícolas, comentaron que un tipo muy particular de cerámica, conocida entre los arqueólogos como tipo San Luis Polícromo, puede ser otro indicador regional de comunicación entre sociedades a escala regional. 

Dicho tipo consiste en una cerámica manufacturada con diseños geométricos en vasijas y ollas presentes en estados como Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato o Querétaro, que recuerdan mucho ciertos elementos iconográficos propios de Mesoamérica, como el símbolo de la “ greca escalonada”.

“Otro ejemplo es el de la presencia en la región de cerámicas de filiación tolteca como los tipos Blanco Levantado, Mazapán o Plumbate, lo cual no quiere decir directamente que aquí hubiera toltecas de la ciudad de Tula, Hidalgo, sino que más bien quizá estaban entablando algún tipo de intercambio. No hay que dejar de lado que los grupos nómadas o seminómadas también estaban presentes e interactuaban con los sedentarios, por lo tanto hay materiales que sí son 'propios' de aquí y otros que pertenecen a otros complejos culturales y modos de vida”, afirma el arqueólgo Antonio Sánchez.

Nuevos descubrimientos 

El equipo de investigación ha presentado además resultados preliminares sobre el proyecto de documentación de arte rupestre que cuenta con el permiso del Consejo Nacional de Arqueología (CNA) y el apoyo de los Centros INAH San Luis y de Querétaro, así como de la UASLP.

Durante un año de recorridos para encontrar sitios con arte rupestre, se localizaron tres en total en la región, cuyas ubicaciones se mantienen en secreto por motivos de seguridad de estos mismos.

“Hemos encontrado cosas interesantes. De los motivos, llama la atención la complejidad de la presencia de escenas de caza, así como series de digitaciones que probablemente se traten de cuentas de tiempo, de fenómenos celestes o cacerías; asimismo, representaciones de maíz que nos llama mucho la atención encontrarlas en este tipo de sitios por su ubicación”, comenta la arqueóloga Laura Rodríguez.

El asunto de las representaciones de maíz es importante porque, de acuerdo con el geólogo Marco Antonio Rojas Beltrán, del Instituto de Geología de la UASLP —quien ha colaborado de cerca en la caracterización geológica de los sitios descubiertos con la joven investigadora Mónica Fernanda Pineda Orta—, la Sierra de San Miguelito, donde el diseño antiguo fue localizado, tiene propiedades geológicas que no permiten el cultivo de maíz o la práctica intensiva de la agricultura.

“En términos geológicos, la zona centro de San Luis Potosí se caracteriza por la Sierra de San Miguelito, la cual es una de las regiones mejor cartografiadas de la Sierra Madre Occidental, la cual está entre las provincias volcánicas ignimbríticas más grandes del mundo”, comenta en entrevista el ingeniero especialista en petrografía.

Entonces ¿qué hace una representación de una planta de maíz en una región de origen volcánico, en el interior de la sierra, que no permite el cultivo de dicha planta salvo en los valles alejados?

Desde el punto de vista de trabajos como el de Gráfica rupestre y paisaje ritual: la cosmovisión de los recolectores-cazadores de Querétaro, escrito por uno de los asesores del proyecto, el doctor Carlos Viramontes Anzures, y publicado en 2005, según las visiones del mundo de grupos indígenas aún vivos y de las pistas que se pueden inferir de las visiones del mundo de los grupos del mundo prehispánico, se sostiene la hipótesis de que la roca en la que se pintaba era más que una simple roca.

Es altamente probable que la roca donde se pintaba fuera considerada como una parte de la naturaleza con “personalidad”, que contenía alguna forma de “esencia vital” que compartía con los humanos, lo cual la convertía en un lugar sagrado que se constituía como una frontera entre nuestro mundo y el mundo sobrenatural. 

Pintar en la roca entonces se volvía una manera de activar las fuerzas de ese mundo más allá del nuestro para que actuasen en nuestro mundo. Quizá de ahí la necesidad por pintar en abrigos rocosos que ya estaban pintados antes, como es el caso del sitio Arroyo La Laja, documentado por el proyecto, y en el que hay pintura blanca sobrepuesta a motivos pintados en rojo, señal clara de dos periodos de ocupación distintos del abrigo.

“Se han estado descubriendo sitios en distintas áreas de la Zona Centro, siendo analizadas con tecnología creada para estudiar este tipo de manifestaciones culturales y se han descubierto un sinfín de motivos diversos”, complementa Gilda López.

Desde abrigos rocosos cerca de fuentes naturales de agua con series de dedos pintadas en blanco, superpuestas a diseños abstractos en rojo, hasta diseños de posibles venados macho representados en actitud de movimiento siendo cazados son algunos de los diseños mostrados en fotografías que, por desgracia, aún no pueden hacerse del todo públicas.

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