Las mil y una anécdotas

ENFOQUE / Salomón Beltrán Caballero

2019-06-14

Salomón Beltrán Caballero

Cuando me inicié como articulista me invitaron a escribir sobre personajes cuya presencia en nuestra ciudad tuviera una trascendencia significativa, tanto por mostrarnos un extremo de la vida que evidenciara que no se requiere tener mucho para vivir como pocos, y sobre el hecho de encontrar en ello una forma tan peculiar de existencia, que sin escalar posiciones sociales, cimentadas en lo económico y lo político, se habían de convertir con el paso del tiempo en un ícono cultural; sin duda era un tema fascinante, pero decliné por el hecho de que de alguna forma u otra, pudiera vulnerar y lesionar la privacidad de esas personas; entonces me preguntaron cuál sería la línea editorial que abordaría, y sin titubear les respondí, que escribiría sobre los valores humanos; y en ello encontré varias líneas vitales para definir la conducta del hombre, mismas que al final conllevan a una sola conclusión: No hay personas buenas o malas, sólo hay personas, y los encuentros y desencuentros con factores que moldean nuestra vida, va mostrando un perfil conductual, que en ocasiones, nos obliga a mostrar diferentes facetas de nuestro ser, a veces, obligados por las circunstancias, otras, porque encontramos en ello, una forma de llamar la atención de aquellos que nos ignoran, tales como las figuras de autoridad familiar o personas empoderadas dentro de un sistema político, que rinde culto, más que a los valores positivos, sí a una serie de conductas instintivas primitivas que nos hacen ver ante los demás, como los más capaces, los más fuertes, los más poderosos y con mayor control sobre los demás, pero no por ello son los más inteligentes.

Desde hace más de treinta años ejerzo a plenitud mi libertad de expresión, dentro de una línea de valores donde sin tener que exhibir a las personas, se muestra la naturaleza de las mismas.

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