Lunes de reflexión

ENFOQUE / Salomón Beltrán Caballero

2020-09-13

Salomón Beltrán Caballero

Qué difícil es mantener la paz interior, la armonía resulta ser tan endeble, que al más sutil roce que evidencia discordancia se rompe la estabilidad emocional, y con ello, las relaciones humanas se vuelven tensas, incluso, dan pauta para abrir la caja de las insatisfacciones acumuladas por los años, a las cuales no se les dio un calificativo en su oportunidad, por aquello de la brevedad o temporalidad de la ofuscación o enojo y el retorno a la estabilidad.

Recordé lo anterior, porque en una de las dinámicas de un curso de  desarrollo humano, uno de los integrantes del grupo se quejaba amargamente del carácter voluble de su pareja sentimental, y buscaba una respuesta del facilitador, quien hábilmente eludió dar su opinión y decidió indagar sobre el particular, recabando la opinión de los participantes; para ello, con asombro observé, que un buen número de varones quería participar, así es que el titular de curso pidió se guardara orden y fue invitando uno por uno a comentar la cuestión: El primero de ellos señaló, que el carácter de las mujeres era sumamente cambiante y esa labilidad se debía a que no les agradaba que nadie les rebatiera su posición ante determinada cuestión, fuera esta de orden familiar, laboral, o social., que incluso, el hombre no era el único que sufría las consecuencias de no estar de acuerdo en lo que la mujer consideraba la verdad absoluta, pues también arremetían contra sus iguales. Otro compañero, con bastante experiencia, dijo, que para mantener la paz interior, era necesario no romper la armonía en las relaciones con las mujeres, y que para ello, se podían tomar dos caminos, el primero, era guardar silencio absoluto, acompañado de una actitud de sumisión, y el segundo camino, era darle a la mujer la razón en todo. Otro de los asistentes aseguró que cuando se generaba un dilema sobre algún tema, pedía siempre la mediación de un tercero, para que con justicia se le diera la razón al que la tenía, pero se tendría que tener cuidado en el hecho de que el mediador no tuviera ningún lazo afectivo o laboral con las partes en pugna. Curiosamente, las damas que se encontraban en el grupo, permanecían en una actitud pasiva, por lo que el facilitador dijo: Compañeros, démosle  oportunidad a las damas que opinen sobre el tema. Las compañeras permanecieron en silencio, hasta que por fin una de ellas levantó la mano y le preguntó al instructor: Maestro, quisiera saber, por qué usted se rehusó a contestarle al compañero que inició este desgarriate, y por su culpa nos hemos atrasado bastante, es posible que ni receso  vayamos a tener, y para colmo, llegaremos tarde a la casa para hacer la comida, bueno, las que estamos casadas y tenemos hijos, las otras, no sé qué pendientes tengan, pero si tienen una pareja como la mía, seguramente sabrán por qué al compañero le pesa el haberse casado, o qué sé yo cual sea su problema,  le recomiendo compañero, busque ayuda en otro lugar, porque aquí venimos a mejorar y no a sacar trapitos familiares. La compañera siguió hablando unos minutos más, hasta que el facilitador del curso, le dijo: Gracias compañera, ya ven por qué es difícil mantener la paz interior en cualquier relación sentimental. 

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