Pajareando por la vida, entre CHIC y El Cielo

DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga

2023-10-19

Liborio Méndez Zúñiga

Liborio Méndez, rara avis…

En la lejana infancia, jugamos a ser cazadores de “tintinas” y “chileros”; pequeñas avecillas de monte, luego con un flamante rifle “Mendoza” recuerdo una pelea contra las “urracas” en el estanque del ranchocuando de certero postazo tal vez derribé al líder, a juzgar por la parvada enfurecida que revoloteaba sobre mi cabeza. Cómo olvidar a los tordos, que aterrizaban por bandadas sobre las panojas del sorgo y había que espantarlos con resortera o una buena honda de David. En mi descargo años más tarde el rifle tuve que venderlo para comprar un libro.

“…Una palomita que tenía su nido en un verde naranjo…”

En aquella época de mediados de los años cincuenta del siglo pasado, en las pláticas familiares eran frecuentes las historias de las lechuzas, porque encarnaban brujas, terror de las mentes infantiles. En una noche oscura, el silbido del vuelo rasante era causa de córrele que te alcanzo. Por eso, la costumbre de amuleto, y con suerte de cadenas baratas con vírgenes al cuello, dizque bendecidas para protegernos del mal.

“…de allá del Mar vendrás, golondrina presumida, tienes que regresar…” 

Podíamos contemplar las elegantes garzas y otras bellas especies acuáticas de los embalses y cuerpos de agua del norte de Tamaulipas, así como otras aves migratorias. Un espectáculo lo fueron y son las grullas, por su formación en punta de flecha, a una altura que las resorteras de los tiradores rústicos no les quitaban ni una pluma. Las aves rapaces de mis recuerdos eran animales especiales, águilas, aguilillas y halcones, al verlos levantar al vuelo a su presa, ratones de campo y conejos y liebres.

“…su negra mirada un aire le daba al buitre de las montañas…”

De ahí mi asombro al ver por TV la majestad del cóndor, tan famoso que tiene su canción: El cóndor pasa. O bien apreciar la belleza de los flamingos rosados con su pata levantada. En la adultez supe de la paloma Ala Blanca, pieza de cazadores norteamericanos en la zona centro de Tamaulipas, y por supuesto del correcaminos, famoso por las caricaturas en las que nunca lo alcanza el coyote. En la Universidad Autónoma de Tamaulipas, emblema del deporte universitario.

“Gorrioncillo pecho amarillo…”

Pero no es hasta mi contacto en la Reserva de la Biosfera El Cielo, que me doy cuenta de la diversidad de flora y fauna, con la presencia de aves endémicas y especies migratorias. De ahí los motivos del aviturismo, pero también del saqueo de especies como el Loro Cabeza Amarilla.

Por mi particular gusto y deleite, en el retiro celebro las aves canoras de mi Casa de Piedra, que me despiertan oscura la mañana, incluidas las chachalacas con estridentes conciertos, sin olvidar el relámpago verde de los loros…por eso puedo decir: 

“Vida, nada me debes, vida estamos en paz”. 

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