La necesidad de la pertinencia y la completud en la administración del agua (*)

CIENCIA Y SOCIEDAD / Felipe Eduardo San Martín González

2023-12-24

Felipe Eduardo San Martín González

“El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo. 1988. Nuestro Futuro Común. 

“La ruptura más importante se encuentra en la inversión de la fórmula de los límites del crecimiento, que pasa ahora a conceptualizarse como el crecimiento de los límites” Santamarina Campos. 2006. Ecología y Poder.

El consumo desaforado de recursos superfluos o la destrucción del medio, derivados de un inmoral y desmesurado afán de acumulación y despilfarro son aberrantes por naturaleza: el manejo del agua para consumo y contacto humano es un claro ejemplo de ello.

Llegué a Ciudad Victoria en 1984 cuando no éramos conscientes del cambio climático y ya se padecía escasez de agua en algunos sectores debido a la sobreexplotación de un buen número de pozos artesianos. 

En 1987 accede al poder estatal el Ingeniero Américo Villarreal Guerra e inmediatamente se da a la tarea de conseguir recursos federales y construir con ellos el acueducto Presa Vicente Guerrero- Ciudad Victoria, que se inaugura en 1992 y resuelve por espacio de 27 años el problema.

Esa obra no fue la única de carácter tangible que realizó el ex Subsecretario de Infraestructura Hidráulica del gobierno mexicano. Suscribió (“bajó” de la federación se dice ahora) para Tamaulipas el Programa Federal de Descentralización de la Gestión Ambiental, mismo que además de preparar personal del Estado para ejercer las atribuciones en materia de medio ambiente y recursos naturales, trajo aparejada la construcción del Laboratorio Ambiental que proporcionaría datos sobre el estado de la contaminación del agua, el aire y el suelo en la entidad, usando instrumental y metodología para generar conocimiento en Química Inorgánica, Y toral, le dio continuidad al decreto del Gobernador Emilio Martínez Manatou por el que se creó la Reserva de Biosfera El Cielo, al realizar diversas obras e impulsar, vía el Consejo Tamaulipeco de Ciencia y Tecnología y la Universidad Autónoma de Tamaulipas, varios proyectos de investigación en ese espacio de admiración mundial (y consternación ahora), por albergar el Bosque Mesófilo de Montaña de distribución más norteña en el Continente Americano.  

Pero ahí no pararía la extraordinaria labor del Gobernador Villarreal Guerra. Tuvo la visión de proporcionarle un paraguas legal a sus obras ecológicas e hidráulicas, uno que por intangible no fue menos importante, a conocer: la redacción inicial de La Ley del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente del Estado de Tamaulipas.

El 2015 fue adoptada la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible por 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas, incluido México. Dicho documento alberga 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible cuyo propósito es poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático.

De los 17 objetivos es urgente que los tamaulipecos nos demos a la tarea de cumplir con Agua Limpia y Saneamiento, Ciudades y Comunidades Sostenibles y Acción por el Clima, so pena de un colapso de las principales ciudades, señaladamente Ciudad Victoria que ahora sufre de escasez de agua por la prolongada ausencia de precipitación pluvial en la metrópoli y, de suma importancia, en las cabeceras de las tres subcuencas de las que se nutren los cuerpos de agua, significativamente la Presa Vicente Guerrero que a la hora de escribir esto presenta el 10 % de su capacidad de almacenamiento. 

El título de este artículo lleva dos palabras que hacen sentido cuando imaginamos una solución duradera al problema del agua en Ciudad Victoria. 

Pertinencia porque la solución debe ser una que asegure el abasto de agua a las corrientes superficiales y subterráneas, y a los cuerpos de agua artificiales como la Presa Vicente Guerrero. Esto es, las soluciones deben tender a asegurar lluvia en las “fábricas de agua” técnicamente conocidas como cabeceras de cuenca o de subcuenca. Y para hacerlo es menester primero localizar dichos lugares en la sierra y realizar un estudio sobre el estado de la “salud” ecológica que guardan utilizando percepción remota e indicadores biológicos. Todo con el fin de tener elementos duros para decretar su protección ecológica mediante alguna de las modalidades a la mano en la legislación ambiental, como son:  Reserva de la Biosfera, Parque Nacional, Monumento Natural, Área de Protección de Recursos Naturales, Área de Protección de Flora y Fauna, o Santuario. No obstante, el esfuerzo no debe parar en un decreto, una vez decretadas las cuencas o subcuencas como áreas naturales protegidas, es necesario asegurar una adecuada inspección y vigilancia ecológicas con personal bien remunerado, honesto y preparado.

Completud porque el problema del abasto de agua debe resolverse holísticamente abordando todas las aristas del problema, esto es, la conservación de las cuencas y subcuencas que si bien no es una acción que “vista” al impulsor o creador, es definitiva a largo plazo, porque así evoluciona la naturaleza y sus elementos se adaptan: con la edad… Y tubos, bombas, perforaciones, redes de distribución, medidores, administración, etc.

¿Y estimado (a) lector (a), te preguntarás:  que tiene que ver el primer párrafo con el resto del escrito que pretende ser una recomendación basada en la experiencia de 45 años de trabajar como biólogo en la investigación, la docencia y el servicio público?

Del párrafo se infiere que el asunto de la moralidad es una cualidad intrínseca del reino animal, cualidad que emerge en nosotros los humanos, de acuerdo con Darwin, tanto por natura (los genes) como por nurtura (el medio social). Y considera inmoral ante las circunstancias medioambientales prevalecientes, conductas propias del neoliberalismo depredador e inhumano caracterizado por la acumulación desmedida de bienes materiales y monetarios, y el consumo desaforado que repercute en la degradación del medio ambiente y erosión de la biodiversidad que ha resultado en el calentamiento global y, por ende, en la lenta inversión de las estaciones anuales con las concomitantes sequías prolongadas y fríos y calores a destiempo. Por lo tanto, ojo avizor y previsor en nuestro entorno a la tala inmoderada e ilegal, a la minería a cielo abierto sin las bridas de la ley, al sobrepastoreo en zonas templadas y a la apertura a la siembra en lugares no aptos. Insisto: seguir dejando ser y dejando pasar las malas prácticas medioambientales, es inmoral e irremisiblemente nos condena a un futuro de pronóstico poco halagador.

(*) FELIPE EDUARDO SAN MARTÍN GONZÁLEZ es licenciado en Biología por la UANL, maestría en Ciencias especialista en Fitopatología por el Colegio de Posgraduados y doctor en filosofía especializado en Fitopatología por la Universidad Estatal de Washington. En su amplia trayectoria como académico, destaca haber sido profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL; profesor de la Facultad de Agronomía de la UAT y el Instituto Tecnológico Regional de Cd. Victoria. En el servicio público ha laborado en áreas de medio ambiente y recursos naturales, ecología, así como ciencia y tecnología. Actualmente es titular de la Unidad de Mejora Regulatoria en el gobierno municipal de Victoria, Tamaulipas.

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