El adiós septembrino y el encargo
DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga
2024-09-03
DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga
2024-09-03
El obradorismo ha llegado para quedarse, al menos otra época como el cardenismo, gracias la figura de un gran líder con base social, de manifiesto en la elección presidencial de 2024, con una votación arrolladora que otorga un mandato democrático para la continuidad de la Cuarta Transformación, en mano de la presidenta Claudia Sheinbaum, primera mujer en la historia en conducir los destinos de la nación.
Con el carisma innegable de Andrés Manuel López Obrador y una lucha larga desde las calles en su natal Tabasco, la marcha del emblemático Éxodo por la Democracia, los pronunciamientos del Gabinete Legítimo, y la hazaña de formar un nuevo partido con amplia convocatoria a las fuerzas progresistas de México, superando el cardenismo postrado ante el fraude, se retoma la antorcha democrática de las izquierdas con un reto mayúsculo: Por el bien de México, primero los pobres. Por algo, ya se tiene el reconocimiento del mundo latinoamericano como un referente para las izquierdas de la región, según politólogos destacados de la Patria Grande.
El caldo de cultivo de la insurgencia popular ha sido la profunda indignación del pueblo mexicano con el desastre neoliberal, por ello, en los faltantes 30 días de su gobierno pueden cimentarse las bases para un cambio de régimen, esa interrogante que surgió desde 2018 entre propios y extraños. AMLO aún tiene el bastón de mando y ahora un rotundo triunfo de su Plan C, es decir, la mayoría calificada en el Congreso para aprobar las iniciativas con las cuales puede terminar su mandato.
Resultó falso que AMLO era un peligro para México, en todo caso, lo fue para los poderes fácticos que controlaban el poder político y económico en México, logró hacer distancia con los intereses espurios y se ganó al respetable con las mañaneras para forjar todos los días la agenda política del país, con un discurso pedagógico qué hizo estragos en los intelectuales orgánicos y los medios de comunicación conservadores, que conmovió al mundo, porque para gobernar desechó la mano dura, el autoritarismo y la represión.
La 4 T no es un movimiento de izquierda radical en el sentido marxista, es un proyecto histórico alternativo de nación, ateniéndose a las atribuciones y facultades que le confiere la Constitución al poder ejecutivo, y con la ley en la mano arrebatarles a los hombres del dinero las decisiones que conllevaron a la desigualdad social del país, he ahí la propuesta del humanismo mexicano, porque un país con progreso sin justicia es retroceso.
En el último mes de su mandato lo que AMLO diga y haga contribuirá a mantener en guardia a los militantes de Morena, para asegurarse que no haya un corrimiento al centro en el plano ideológico, si acaso un cambio de estilo en el ejercicio gubernamental, con un gabinete por fin debidamente representado por las mujeres.
De ahí el calado de proponer en el partido Movimiento la figura del militante como protagonista del cambio verdadero, es decir, un ciudadano más político, más pendiente del periodismo progresista, para asegurar el segundo piso de la 4 T. Ahora la gobernanza postula principios éticos y si el funcionario es un servidor público, lo es porque escucha a la gente que conoce sus problemas y propone soluciones.
Se ha recuperado y se le da prestigio a la presidencia de la república, la presidenta, primera mujer en serlo, ya encarna el concepto de estadista no como jefa de un partido, grupo o facción, sino con el mandato del voto democrático que la eligió para servir a todos los mexicanos. El movimiento por la regeneración está más fuerte que nunca y la austeridad republicana distinguirá el nuevo poder presidencial con funcionarios honestos que tienen ideales y principios y con la claridad de que solo el pueblo puede salvar al pueblo.
Pal baile vamos!
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