La nalga del señor Ministrone

DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga

2024-10-30

Liborio Méndez Zúñiga

Uno de los libros más afamados de divulgación científica, lleva por título “Brontosaurus y la nalga del señor ministro”, que trata del tema de la evolución, del cual se dice “quien abra las páginas de este libro sabrá, en primer lugar, por qué fue necesario que un ministro británico resultase herido en la nalga izquierda para que Darwin llegase a escribir El Origen de las Especies”. Si usted quiere desternillarse de risa anímese a leerlo.

Acá abordamos el tema del momento, el zafarrancho de los funcionarios y empleados del poder judicial, cuya rebelión es nota mundial, y motivo de azoro para Juan Pueblo, por conocer en detalle cómo ahí también se ha incubado la corrupción, con un monumento al orgullo del nepotismo de ministros, magistrados y jueces, propios de una burocracia putrefacta, con perdón de los auténticos servidores púbicos. Este no es un alegato jurídico, ni diatriba fuera de lugar, por el contrario, como dicen los jueces cuando alguien protesta: “A lugar”.

Hace rato que bien sabemos, por familiares o amigos, o por la prensa, que ese poder juzga de acuerdo con los cánones del dinero, y los pobres y marginados sin abogado llevan las de perder, es decir, el despojo o la cárcel. La figura de un juez de la suprema corte o un ministro es inalcanzable, arropados en su toga y birrete y apoltronados en sillones de fina madera, cómodos a sus sagradas pompas. Un asunto resuelto bajo su potestad de interpretar o tergivesar la ley, es cosa juzgada y san se acabó. 

Qué de raro tiene que el pueblo cayera en manos de coyotes de toda laya para defenderse, donde las reglas las dictaba el poderoso caballero Don Dinero, oiga usted, alcanzando el estatus de traidores a la Patria, cuando vendían amparos para no pagar impuestos al por mayor, incluso al capital extranjero. Por eso, el cacique de Atlacomulco llegó a mofarse con la frase: un político pobre, es un pobre político. Y por eso también el éxito de la Tremenda Corte de Tres Patines, cuya ironía muy bien entendía Juan Pueblo.

Tienes dinero, tienes o compras influencia, y puedes torcer la ley contratando a los abogados del diablo, esos ganones de cuanto pleito se ofrezca. Por eso el chiste de “no hay abogados honrados, honrados, honrados; nomás hay honrados”. Se lo escuché a mi maestro de Ética, en la preparatoria., aunque fue con “Ética para Amador” de Sabater con quien medio entendí la materia.

Pero saber de la estructura del nepotismo y privilegios, retrata una cofradía escalafonaria, como una verdadera mafia del poder por encima de las propias leyes, y para acabarla de fregar, ahora oponiéndose a la aprobada reforma constitucional.

Esa superestructura de ministros, magistrados, jueces, y demás figuras, se han ganado una mala fama en la opinión pública, eso que ni qué, pero nos falta ver que fuera una dama quien, como presidenta de la Corte, desde su altísima investidura asumiera un rol que no tiene ni le confiere la Carta Magna de enmendarle la plana al Poder Legislativo. Un académico alguna vez me dijo: la mujer educada rara vez rebasa los límites del decoro, pero cuando lo hace va más lejos que el hombre. 

En fin, atenidos y mantenidos por la Carta Magna y el generoso presupuesto, los señores ministrones que hoy retan a los otros poderes y con ello al mandato popular, se regodean en la cúspide de una pirámide de poder de sabihondos del Derecho, pero el electorado ya los juzgó y por eso les pasa la factura con 35 millones de votos que refrendan la agenda legislativa de la Cuarta Transformación, y la cosa apenas empieza. Por si no se entendía, ya vamos viendo en que consiste la construcción del Segundo Piso, y ora sí, bienvenidos los abogados con talento y vocación de servicio, que serán elegidos por la ciudadanía. Lo dicho, el poder dimana del pueblo.

Derechos Reservados © La Capital 2025