No te asustes, cuero viejo…
DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga
2024-11-17
DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga
2024-11-17
Ahora que nos amanece y anochece con el Jesús en la boca, el creciente ejército de la tercera edad a veces no vemos lo duro sino lo tupido. Y no hay ni para donde hacerse. El punto es que el globo terráqueo hasta dicen que se está ladeando, y ni hablar de los agujeros negros.
Así las cosas, si usted está en el retiro, y cada día nomás se levanta y se desocupa, lo que procede es valerse de los cinco sentidos y atender el micro mundo de las cosas de su entorno. Si tiene la dicha de vivir en un lugar tranquilo, puede hacer una caminata, sentarse en una banca, y simplemente mirar, si se concentra lo que ve lo transporta a recuerdos idos.
Sin embargo, ese escenario idílico pronto será interrumpido por el ruido, a veces estridente. Un poco de humor negro le llevará a recordar algún ambiente bucólico y añorar los cantos canoros del mundo rural.
Regresa usted de la caminata rechinando los dientes, y después del segundo café repasa lo que se ofrece. Alguien le recuerda si no tiene pendientes del día anterior y usted dice que este día no hará nada. Si le recriminan que ayer tampoco hizo nada, usted replica que no terminó.
De todas maneras, usted se ocupa de sus cosas personales, y por supuesto del celular, juguete caro pero con el que hay que cargar, y batallar. Usted cómo yo recordamos la era de las cartas manuscritas, de los telegramas (todos contentos, manden quinientos), incluso de los recados radiofónicos para avisos: “Al compadre Chon del ejido Santa Librada, que salga a la carretera a esperar a su suegra, de parte de su ahijado”.
Si usted es parte de una microempresa familiar, y no tiene un rol definido, tal vez usted decida cuando se acomoda, y entonces engola la voz y se encara al cliente, sabedor de que no siempre tiene la razón. En los hechos, usted asume el puesto de Menor Oficial, y en cuanto puede hace mutis.
A usted, contribuyente obligado del mundo financiero todos los días lo están jeringando los bancos, para engatusarlo con sus “beneficios”, al grado que usted deja de contestar el celular. Y por supuesto, no dejan de llegar recibos de luz y agua que hay que pagar.
Entonces, estamos de acuerdo en que vivir es peligroso para la salud. Si tiene duda, nomás oiga y vea las noticias, pero, con todo respeto le digo: no te arrugues, cuero viejo, que te quiero pa tambora!
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