¡Queso, pan y vino!

DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga

2023-10-25

Liborio Méndez Zúñiga

Hablando de viajes y tradiciones, cruzar de lado a lado la frontera norte de México, y además hacer una estancia de tres meses en Ensenada, podría resumirse con la frase universal de ¡Queso, pan y vino! Sí, señor, ahora le cuento.

El periplo inició con motivo de un maratón en Torreón, el 5 de marzo de 2023. Competimos representados por Ana Luisa y Diego, y seguimos por carretera a Mazatlán, de donde regresé en avión a Monterrey. Como mi compañera prolongó su estancia en la Perla del Pacífico, decidí volar para acompañarla en su estancia de medio año, de los cuales yo estuve del 20 de abril al último de julio, primera estancia de retiro junto al mar desde mi jubilación. Antes habíamos estado en los veranos y los inviernos, a veces uno y a veces dos meses. 

Si se conoce la Perla del Pacífico, viene a la memoria su gastronomía de mariscos, y recientemente la cocina internacional de Valle de Guadalupe, que se acompaña con la producción de vinos que surten el 80 por ciento del mercado nacional. Esos caldos empecé a degustar desde 1981, cuando emparenté con la familia de don Santos Cota, aunque algún amigo dudara que el novio llegara a la boda, dados los 7000 kilómetros de distancia, ida y vuelta. Se equivocó el agorero y en la reciente estancia celebramos 42 años de casados. Dígame si no hay una historia que contar de las travesías de los viajes, por los caminos de la vida.

Como negar que me ha tocado conocer dos mundos norteños, ambos arriba de la línea de la carne seca y la tortilla de harina, atribuida a Vasconcelos, para referir la cultura bronca del semidesierto, aunque en el caso de Ensenada la atraviesa el cinturón mediterráneo, con un clima propicio para los viñedos de larga data en la Baja California, desde la llegada de los colonizadores y las misiones españolas, luego migrantes chinos y rusos también. Territorio agreste pero fecundo a los pueblos originarios, cuya ancestralidad dejó marca en las pinturas rupestres y se defiende con ritos y tradiciones. 

El noreste tamaulipeco no tiene comparación con la orografía de Baja California, las fronteras son muy distintas en territorio, y el factor hídrico es crucial, aun cuando Ensenada esté rodeada de agua de mar, con playa hacia el Océano Pacifico y el Mar de Cortés, pero igual que Tijuana, Tecate y Mexicali dependen del Río Colorado, como nosotros del Río Bravo.

Me traigo viñetas de su vida rural, me impresionó su gente en ejidos, ranchos y poblados que viven del temporal raquítico de las bajas precipitaciones, entre las rocas y reductos de laderas y cañones intercalados en elevaciones y valles pequeños. No solo cultivan maíz y frijol, todos los hogares tienen huerto de hortalizas y frutales, mismos que procesan por su cuenta, aunque venden algo a los mercados locales. En la ciudad se cuenta con un mercado de plantas medicinales, aromáticas, herbolaria. Los hatos ganaderos y de traspatio permiten la producción de huevo, y el ganado los lácteos, destacando los quesos que son una delicia. El pan artesanal es obligado en las mesas de los ensenadenses. Todavía hay hombres de a caballo y se ven los burros en la faena.

La ciudad y las dos Californias se hicieron famosas por la carrera a campo traviesa de la Baja Mil, y la presencia de artistas de fama mundial como Paul Newman y Steve McQueen. Hasta la fecha, ese turismo de máquinas invade Ensenada para desasosiego de sus habitantes, que lo soporta por la derrama económica para hoteles, cantinas y restaurantes. 

Ensenada tiene puerto y eso ya dice mucho de su actividad económica, pero lo que seduce son sus montañas, valles y cañadas al cruzarla hacia el Mar de Cortés, la vida rural sigue presente y ahora, hacia el sur tiene un emporio de invernaderos de alta tecnología, de hortalizas para exportación en San Quintín, nuevo municipio, que no podría existir sin la mano de obra de los migrantes y sus familias. 

La cercanía con la frontera estadounidense se refleja con la presencia de turistas e incluso con residencia en Rosarito el municipio cercano, pero la historia como destino viene de lejos con el emblemático Casino recuperado como espacio público para las artes, lo cual se agrega a la presencia del Centro de Investigación Científica y Estudios Superiores de Ensenada (CICESE) y la UNAM, además de la UABC. A lo anterior agregue el Observatorio Astronómico de San Pedro Mártir. Ensenada es una ciudad con centros de conocimiento y de gente que aprecia y defiende su cultura. 

Por eso le digo, si le preguntan de Ensenada, usted responda: ¡Queso, pan y vino!

Derechos Reservados © La Capital 2024