El plumaje (y otros datos) del Correcaminos

DESDE EL RETIRO / Liborio Méndez Zúñiga

2023-11-02

Liborio Méndez Zúñiga

Dicen que para saber quién es quién hay que cantar los corridos. En el caso de la UAT no se sabe que tenga alguna composición, aunque alguien ya hizo la propuesta de un himno de la institución, cuyo status de aprobación se desconoce. Pero sí se tiene registro de un texto del Profesor Gabriel Hernández Santamaría, (QEPD), con el nombre de “El plumaje del Correcaminos”, cuya circulación fue restringida y nunca fue objeto de debate o crítica por la comunidad universitaria, de la cual por cierto no era egresado el autor, si bien tuvo carrera docente en la entonces Preparatoria Valle Hermoso, también administrativa en Rectoría, amén de formar parte de la Comisión de Legislación de la Asamblea Universitaria.

Habrá que recordar también el libro “Gobernadores, obispos y rectores” del Lic. Juan Fidel Zorrilla, fundador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT, que más que un ensayo académico es un registro detallado de las personas que ocuparon las sillas de poder de la iglesia, la universidad y el gobierno en Tamaulipas, dejando al lector la interpretación de cada trinomia de los personajes, con una semblanza crónica de su gestión, en el marco de la autonomía acotada por la Ley Orgánica de la institución, y el carácter de ser un organismo público descentralizado.

Esto fue mi reflexión después de la lectura de “Leyes a la UAT” del abogado Jesús Collado, publicado recientemente, miembro de la generación que vivió el movimiento de incorporación a la UAT de la Facultad de Derecho, con demanda estudiantil en la calle y apoyo de un sector de la ciudadanía. Que un protagonista narre los hechos y haga remembranza del origen de esa Facultad, es de agradecerse, y sería de esperar que otros universitarios recuperen la narrativa de esa etapa fundacional de sus facultades y escuelas en la Máxima Casa de Estudios, tras de la utopía de la universidad popular. No participé en ese movimiento, pero luego sí conviví con algunos de sus líderes en la Asamblea Universitaria de 1971 a 1975, cuyo desenlace llevó al Licenciado Jesús Lavín Flores a ocupar la Rectoría, propuesto por la Facultad de Derecho, siendo acompañado en su equipo por pasantes y maestros de esa facultad.

Muchos lustros y décadas ha tenido la evolución de la Universidad, pero pocos libros se han publicado al respecto, aunque abunden informes y planes rectorales, se adolece de los ensayos rigurosos y críticos de los propios universitarios, como autoevaluación del ser y quehacer de la institución. Es posible que se puedan conjuntar tesis de posgrado, ponencias, relatorías de órganos colegiados, propuestas de empleadores y egresados, las agendas de los colegios de profesionistas e incluso evaluaciones externas. 

Ahora que se postula la Nueva Escuela Mexicana, la Universidad debe debatir si su rumbo es el camino conocido o tendrá que atender el sistema educativo en su conjunto para rediseñar su modelo educativo con pertinencia social. Véase el ejercicio de consulta de los aspirantes a rector de la UNAM, y dígame si no estamos viendo otras maneras de otear el horizonte para las universidades públicas. Por supuesto, ellos tienen un centro de estudios sobre la universidad, que es referente internacional por sus estudios desde diversos ángulos de las ciencias sociales, con pensamiento crítico. 

La ahistoricidad del quehacer docente y de investigación, además de la extensión universitaria, conlleva estudios y proyectos de bajo impacto social y lo más grave, la falta de iniciativas de calado para la reconversión de su oferta educativa y servicio, tal como ya lo hizo la Universidad de Guadalajara con sus Centros Regionales multidisciplinarios, pero hay más ejemplos.  En los nuevos tiempos que corren, debería preocuparnos que la UAT no sea el faro y foro en materia de estudios de la educación superior, generando conocimiento para humanizar su quehacer y fundamentar el lema de “Verdad, Belleza y Probidad”.

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