Humanismo ¿Mexicano?
CIENCIA Y SOCIEDAD / Felipe Eduardo San Martín González
2024-08-05
CIENCIA Y SOCIEDAD / Felipe Eduardo San Martín González
2024-08-05
El establecimiento político mexicano con frecuencia se inclina a repetir modas sexenales dogmáticamente, sin discernimiento y reflexión pero con la intención de encajar (fit en el lenguaje darwiniano) o adaptarse a la corriente política en el poder.
Así, una vez que el presidente López Obrador hizo suya una forma de hacer política que denominó “Humanismo Mexicano”, gran cantidad de políticos han usado la frase sin detenerse críticamente o, al menos informadamente, sobre su significado y pertinencia en los tiempos que estamos viviendo.
El Humanismo es una concepción filosófica que hace referencia a la dignidad y el valor de cada persona, ya que el ser humano es un ser racional que de suyo posee la necesidad de investigar para conocer su entorno, hacer el bien y ayudar a los demás.
El objetivo de este escrito es dilucidar, hasta donde sea posible, la relación del humanismo que sostienen López Obrador, sus voceros y sus seguidores duros (entre los que me encuentro) y de ocasión, con las ideas humanistas generadas en- o importadas hacia- México por los frailes del siglo XVI, Baruch Spinoza y los liberales positivistas de la primera mitad del siglo XX (1).
Los frailes del siglo XVI.
Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga y Bartolomé de las Casas dignificaron al indígena otorgándole la categoría de hombre y procurando facilitar su vida en el trabajo, dándole cátedra, enseñándole a leer y facilitándole libros en bibliotecas para que pudiese servirse de la razón y se defendiera en algún momento del español opresor.
Los intelectuales novohispanos del siglo XVIII.
Destaca Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, quien influye en los criollos para poder alcanzar sus ideales, busquen un propósito en el contexto colonial, forjen un pensamiento crítico y alcancen la libertad, a partir de asimilar y difundir las ideas modernas generadas en Europa.
Positivistas liberales del siglo XIX.
Es importante señalar que el positivismo mexicano fue difundido entre la sociedad mexicana por los masones del rito de York a finales del siglo XVIII y rebautizado como Rito Masónico Mexicano en el XIX. El pensamiento de esto ritualistas fue bastante influenciado por las ideas de Baruch Spinoza quién, desarrolló un método de investigación que hoy definimos como ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre. Por eso creía que para saber debemos conocer la naturaleza misma que es el ser perfecto. Ella es única e infinita y no hay ningún ser fuera de ella, por lo mismo, es "claramente pensable".
Las disputas propias de un proyecto nacional en construcción, dejaron un México sin idea de un derrotero definido. La diversidad social y cultural, y las diferencias raciales y lingüísticas fueron parte de este ambiente. Ante esta situación, surge la necesidad de caracterizar al mexicano para lograr la unidad deseada.
Se significan en este período José María Luis Mora, quien concibió la educación como clave para la unidad y transformación de México; Gabino Barreda al plantear un programa de bachilleres para todos (definitivamente no todas y menos todes); y Lucas Alamán, conservador de ideales liberales. Entre otros logros, Alamán rescató el Archivo General de la Nación que estaba en el olvido, impulsó la creación de un museo nacional, de la industria textil, de la agricultura y de una educación que privilegiara las humanidades y la tecnología de la época.
Las características de este humanismo coinciden con las ideas de la ilustración francesa: educación liberadora, educación cívica y democratización del conocimiento.
Autores del siglo XX
Destacan aquí miembros del Ateneo de la Juventud como Antonio Caso y José Vasconcelos quienes al cuestionar el positivismo a partir de nuevas teorías europeas plantean un nuevo modo de pensar del mexicano y una profunda reforma a la educación.
Finalmente, es importante consignar que Samuel Ramos, profesor en los 50 del siglo XX, de Estética y Filosofía de la Historia en la UNAM, pugna por un autoconocimiento del y lo mexicano para entender su cultura y, a partir de ahí, diseñar una educación humanista despojada de a lo que hoy le apuesta el hombre (sin mencionar a la mujer), a saber: una globalización técnica y económica crudas y de filiación materialista sin preocupación legítima por la cultura propiamente dicha. Asimismo, que el hombre (la mujer está ausente aquí) de hoy debe apostar por la diversidad existente como respuesta a una globalización rampante y por la vocación por lo humano en un contexto donde la superficialidad, el hedonismo y la artificialidad de los valores condena al ser humano a empobrecer su propio modo de ser y a menguar su capacidad de interacción con el mundo.
Y bien, ¿Dónde encontramos el hilo conductor entre aquellas ideas y principios para definir el “Humanismo Mexicano” en un contexto donde aún prevalecen en buena parte de la sociedad mexicana los valores neoliberales y la influencia en la juventud, y allende ésta, de las tecnologías de la información que en muchos casos orillan a la pereza intelectual y al asesinato de la curiosidad.
Es difícil, por lo que debemos acudir, como en el intento de definir lo vivo, más que a una definición a un recuento de las características de dicho Humanismo Mexicano, a saber:
1.- Dignificar a la persona,
2.- Desacralizar el mercado.
3.- Otorgar capacidad portante a los pobres a través de programas sociales propios de un Estado de Bienestar.
4.- Voltear hacia lo mexicano a partir del entendimiento de las culturas prehispánicas, la novohispana, la de la independencia, la de la reforma, la de la Revolución Mexicana y la actual. Esto para evitar “el malinchismo” (o nuestra infravaloración) y reforzar nuestro orgullo por México y el sentido de pertenencia al mismo.
5.- Apostar por una educación básica que privilegie la ética, la estética, la historia nacional y el civismo. Todo ello por medio de un aprendizaje no solo del estudiante a través de un profesor, pero de la comunidad escolar.
6.- Dispensar una educación media superior, superior, y ciencia y tecnología con base en la detección y solución de problemática surgida de las necesidades de los sectores de la economía.
7.- Volver a una economía mixta con el fortalecimiento de empresas del Estado estratégicas para el desarrollo de la nación. Fortalecimiento que dé cabida a la participación de la iniciativa privada.
8.- Administrar nuestro sistema de capitalismo mixto con un gobierno rector de la economía, incorruptible, garante del cumplimiento de la ley y del impulso e igualdad de oportunidades a los (as) emprendedores (as).
10.- Construcción de un Estado de derechos, señaladamente el de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, la educación, salud, el trabajo y el retiro con una vida digna.
11.- Irrestricta libertad de opinión, de culto y de preferencia sexual.
12.- Austeridad y honestidad del servidor público y en el servicio público.
14.- Desmitificar al servidor público y la pareja presidencial.
15.- Reformar el poder judicial para eliminar los insultantes privilegios de sus jueces y magistrados, y que dispense justicia a todos sin distingo de color de piel y posición económica.
16.- Reformar los organismos autónomos y desaparecer aquellos que son redundantes y onerosos para la hacienda pública.